Detrás del final de la Segunda Guerra Mundial se esconde la mente del brillante matemático Alan Turing, cuyo preciso y crucial análisis de datos fue indispensable para descifrar las comunicaciones nazis, cambiando el rumbo de la disputa y salvando millones de vidas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército de Adolf Hitler utilizaba una máquina conocida como Enigma para cifrar sus comunicaciones. Enigma era un ingenio que permitía a los alemanes más de 10.000 billones de posibilidades distintas de codificación para sus mensajes, un muro que estaba resultando infranqueable para los Aliados.

El equipo de decodificación liderado por Alan Turing, a través de ecuaciones y cálculos, fue capaz de encontrar pautas en los mensajes y comprender lo suficiente el funcionamiento del aparato alemán para desarrollar Bombe, una máquina capaz de descifrar el Enigma.

Los historiadores consideran que el trabajo de Turing y su equipo acortó la Gran Guerra entre dos y cuatro años, salvando alrededor de 14.000.000 millones de vidas. Un ejemplo extraordinario de la capacidad de la analítica para desencriptar la realidad y marcar la diferencia en el rumbo de la historia de la humanidad.